El Confuso Episodio Martelli. Una historia de Macanas Monteverde.

El peculiar detective privado creyó que por fin había agotado su mala racha. Lejos de eso, apenas comenzaba una nueva saga.

La carrera de Macanas Monteverde en la Fuerza se había agotado de manera súbita luego de su participación en el todavía no esclarecido Asunto Palmeras (ver Anexo 1.b). El soplo de uno de sus informantes lo había puesto sobre aviso de que un doble agente infiltrado por el temible Consorcio de Telemarketers operaba desde adentro de la brigada y buscaba saldar cuentas con el único detective que había logrado desarticular en octubre de 1997 una de las operaciones de contrabando de faxes más grandes de la historia de Zona Norte. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Sin pensárselo dos veces, el ahora ex-detective Monteverde corrió a su escondite de Villa Martelli (un videoclub que funcionaba como tapadera de un parripollo que hacía las veces de pantalla de un club de ajedrez), armó el bolso, cargó su Smith & Weson .38 y puso rumbo a La Isla, el único lugar donde podría sentirse a salvo. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Perspicaz como de costumbre, reparó en la inusual quietud de la casa (una de esas típicas casas del Delta, con pilotes bien altos y postigos de madera hinchados y desvencijados) y suspicaz como siempre, concibió la posibilidad de que la cita estuviera cantada al ver el caño de un rifle de aire comprimido torpemente escondido detrás de un ligustro. Convencido de la emboscada, ensayó una típica maniobra al estilo Macanas y resolvió sorprender por la espalda al desprevenido hampón con una de las llaves que había aprendido en sus años de la Academia. Fiel a su estilo, tropezó con una raíz y dio de narices contra el suelo antes de ser abordado por media docena de maleantes mientras gritaba infantilmente e intentaba sin suerte esconder las lágrimas que patinaban por sus sonrojadas mejillas.

Grande fue su sorpresa cuando descubrió que no solo no eran maleantes, sino todo lo contrario. No tardó en reconocer a viejos compañeros de su propia brigada (el Loco Banegas, el Mudo Galíndez, Bebe Locanto y el Rengo Samarbide, entre otros) que lo habían usado como carnada para tentar a los popes del Consorcio de Telemarketers y en la misma jugada, atrapar al topo.

Así pues, Macanas se convirtió en el héroe involuntario de una trama que ignoraba por completo, pero que capitalizó al extremo. Una vez terminados los allanamientos y oficios correspondientes del caso, le fue otorgada una medalla al mérito, una serie de cupones de descuentos para usar en negocios afiliados a la Comisaría 10° de Villa Martelli y dos semanas de vacaciones pagas en Punta Lara.

Allí, en paz, comenzaría el largo camino del retiro.

O al menos, eso pensaba Macanas Monteverde.